A inicios del 2001, los Directores Creativos de las agencias, y la Junta de la entonces ASCAP, se juntaron por la necesidad de crear un Festival Local.
En los noventas, ASCAP (nombre de Comunidad en ese momento), había tenido dos intentos: El Corobicí de Oro - premio que se efectuaba en conjunto con el Hotel Corobicí- y el Premio Nacional de la Creatividad, que solo se llevó a cabo en 1996. Pero esa década fue de los Pregoneros de Bronce, organizados por La Nación, acompañados en unos años por los premios Roger Barahona, de CANARA. Con algunas excepciones, es hasta finales de los noventas que comienza una tímida participación, y la aparición de metales de agencias ticas en festivales internacionales, especialmente NY Festivals, FIAP y Caribe que, en ese momento, era el benchmark en términos de charlas y premios. Ir a Caribe era un baño de novedad. En esas primeras reuniones de lo que más se habló era como darle credibilidad a la premiación, y para esto se involucró a clientes y academia costarricenses en el primer juzgamiento. Lilly González estuvo presente, y Dennis Aguiluz, en ese momento Director Ejecutivo de ASCAP, fungió como fiscal, como lo era en los Pregoneros.
Luego, se apostó por un jurado local que hacía el shortlist, y uno internacional que elegía metales. Al final, entre experimento y experimento, se decidió solo contar con un jurado de afuera.
El lado de crecimiento profesional se vio como un proyecto paralelo que se llamó El Pellizco, muy influenciados por los uruguayos y argentinos que llenaban nuestro mercado buscando espacios por la crisis que se vivía en el Sur en tiempos del “Corralito” y el descalabro económico que generó. El Pellizco estaba basado en el Desachate uruguayo (que aún se realiza). Tristemente, solo tuvo una versión, pero fue increible. Tuvimos por acá a ex- Agulla&Baccettis, a Santiago Lucero, a Taretto y Vásquez, a Alvaro Fernández Mendy… Y se hizo por empuje de Dominique Sarries de Garnier BBDO y Alberto Quirós, de jotabequ, que logró el financiamiento. Sin temor a equivocación, fue un verdadero primer momento de sentirse “comunidad”.
Así, Volcán fue buscando su identidad propia, primero queriendo ser un “Pregonero ampliado”, y realizándose en el mismo lugar de los premios de La Nación, en el Herradura. Fue viendo cómo abrazar más jugadores de la industria: a clientes, con el “Volcán al Coraje” (primero Cliente del Año), a las productoras y los reconocimientos a quienes levantaron nuestra industria, “Volcán al Legado”. E Incorporando prácticas de los benchmarks internacionales como el Gran Volcán.
En el 2013, Alberto Quirós y Cristian Caldwell replantean Volcán y le dan un verdadero sentido y propósito, más allá de premiar por premiar, y fue elegir lo que podría ganar afuera y representar al país en el circuito de Festivales.
Esto fue un turnaround importante, porque la vara o filtro se estandarizó para todas las agencias. Todo el mundo tuvo claro lo que se buscaba.
Se podría decir que han sido 21 años de buscar esa identidad, que puede ser lo mismo que le ha pasado a nuestra propia creatividad. Van de la mano. Y al mismo tiempo, ha sido un ejercicio bonito de ver como la industria ha madurado y aprendimos a competir debidamente.
Lo que si es muy cierto, es que estos 21 años han sido una labor de amor (por cursi que suene), y Volcán, con altos y bajos, se ha hecho siempre por el empuje de miembros y cercanos a la directiva de Comunidad.
HA HABIDO SIEMPRE APOYO DE GENTE CLAVE E INCONDICIONAL.